No hace falta haberse leído los fabulosos libros de Valle-Inclán ni el Lazarillo de Tormes para confirmar que este país es el emblema de lo grotesco y la picaresca de una democracia defectuosa. España es diferente, por eso no es de extrañar que nuestros vecinos y socios de la Unión Europea, hayan quedado sorprendidos por nuestras costumbres políticas y modelo de desarrollo. Así, el Parlamento Europeo, destaca que hemos construido y potenciado un modelo de corrupción de carácter endémico, tras el análisis del informe de la eurodiputada danesa Marguete Auken sobre urbanismo. Un modelo de corrupción que incluye a alcaldes, presidentes de comunidades y al gobierno de la nación, este con su silencio y dejar hacer.
Puede que esta cruzada democrática sea producto de la envidia hacia un país en que el sol es su bandera, y su costa, “naturalmente”, esté “adaptada” para su disfrute, sobre todo de europeos, escandinavos entre ellos, que conste en acta. Repito, España es diferente, y como dice nuestro refrán hay que ser agradecidos con la mano que te da de comer –en este caso de bienestar. Fíjense, si tenemos acondicionadas las infraestructuras, que toda la costa, sobre todo en el Mediterráneo y las islas, es un ejemplo de urbanismo…brutal, pero que más da, somos ejemplo de algo, ¿no?
El consabido informe se ha llevado a cabo después de que más de 15000 firmas reclamen a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo una investigación sobre esta manera tan nuestra de hacer urbanismo. La necesidad de recurrir a las instituciones europeas es por que aquí a nadie le interesa que esto se investigue. Las respuestas a este documento, por parte de algunas voces del gobierno, son claras: “esta comisión parlamentaria carece de poderes ejecutivos”. Es decir, que la relevancia de este informe para la gestión pública es escasa –yo diría que nula.
El pleno del Parlamento Europeo, ha ratificado el dichoso informe con un pírrico resultado: 349 votos a favor, 110 en contra, y 114 abstenciones. Nuestros eurodiputados socialistas y populares, que están en esa cámara para defender nuestra idiosincrasia, por supuesto, votaron en contra, pero, ¿en contra de qué? La respuesta es evidente, la corrupción es como la marsellesa para Francia, un símbolo que nos enorgullece, sino, ¿cómo hubiéramos llegado al G-20 o a “crecer” y convertirnos en uno de los países más poderosos del mundo mundial?, seguro que con mariposas y flores de los verdes no. De acuerdo, aceptamos que destruyan nuestro entorno y que en algunos años se construyeran más casas, que en Alemania, Francia y Gran Bretaña unidas, por el bien económico del país, pero, ¿dónde está ahora esa supuesta riqueza? Me refiero a las cantidades enormes de dinero que se ha(n) ganado en las operaciones urbanísticas, ese gran saqueo, como lo califica Rafael Argullol, resultado de una política del espectáculo, de la política sin política.
Insisto, por tercera vez, España es diferente, por eso cuando un presidente de una comunidad autónoma, que es el ejemplo entre los ejemplos de urbanismo brutal, lo declaran imputado por cohecho, nosotros lo acompañamos, le ensalzamos con banderas y vítores, como si fuera Rafael Nadal después de ganar Wimbledon, porque estoy seguro que, si bajaran el volumen de sus televisores nadie sospecharía que aquellas imágenes se correspondían con la de un político a punto de entrar en el juzgado por una trama de corruptela, ¿verdad?
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