Objetivo: Especificar las grasas trans en las etiquetas de los alimentos
Escrito por Maria el jueves, 25 de febrero de 2010 a las 9:00 am
Una de las herramientas que tiene el consumidor para saber qué está comiendo es la etiqueta que por ley tienen todos los productos. Allí figuran los ingredientes y valores nutricionales, si tienen o no conservantes y otros productos químicos y si los tiene, cuáles y en cuánta cantidad. Es cierto que muchos consumidores apenas leen estas etiquetas o si lo hacen, no las comprenden del todo, confían en ciertas marcas y compran con los ojos cerrados. Sólo aquellos que tienen alguna enfermedad (los diabéticos o celíacos por ejemplo), las leen a conciencia.
Las verdades de la etiqueta
Así, la información en las etiquetas puede ser confusa para un consumidor que no está empapado en el tema y entonces sólo repara en nombres como “grasas saturadas”, “trans” sin mayores detalles. El peligro de este tipo de lectura es que asocie algo que suena natural con algo sano, sin ir una cosa de la mano con la otra necesariamente. No es su culpa, después de todo no sabe, es culpa de una falta de legislación clara en materia de información nutricional. El tema está sobre el tapete y exige una pronta solución legal pero, ¿qué dicen hoy las etiquetas?
Actualmente la ley no obliga a los fabricantes a especificar qué tipo de grasa utilizan en la elaboración de su producto y entonces debajo de “aceite vegetal”, por ejemplo, se pueden esconder aceites que aunque vegetales no son nada sanos y pueden aumentar los niveles de colesterol, la obesidad o el cáncer.
Las grasas trans
Las grasas trans existen en forma natural en unos pocos alimentos pero si sólo se consumieran las naturales no serían un problema debido a que la proporción de este tipo de lípidos en alimentos naturales es muy escasa.
El problema es que se consumen grasas trans artificiales que se esconden detrás del “aceite vegetal hidrogenado” o, “aceite vegetal parcialmente hidrogenado“.
Son grasas baratas y eficaces (los alimentos duran más tiempo frescos y conservan su sabor) y por eso la industria alimenticia las usa con mucha frecuencia. Las consecuencias para la salud no son muy buenas: Disminuyen el colesterol bueno y aumentan el malo y la ecuación deriva en infartos.
Debate y futuro
Los consumidores ingieren muchas grasas trans por día sin saber que lo están haciendo por lo que el primer problema a resolver seria el de intentar reducirlas o eliminarlas por completo de los alimentos de elaboración industrial (galletas, bollos, tartas, alimentos precocidos). Para eso en muchos países de la UE han presentado peticiones que van desde la prohibición de su uso hasta algo más viable: que aparezcan explícitas en las etiquetas.
De acuerdo a la red European Heart Network, por ejemplo, la etiqueta debería decir si el alimento tiene grasas trans y en que cantidad dejando en manos del consumidor la elección. Además, la química ya permite suplantar el proceso de hidrogenación que produce este tipo de grasas por otro proceso (transesterificación), que tiene el mismo resultado sin lo trans. ¿Será que a la industria alimenticia le importa poco este tema?
¿Cuántas empresas hacen algo en concreto para resolverlo? Pocas, así que en este punto el consumidor debería contar con el apoyo del estado: una buena legislación que obligue a las compañías a asumir el compromiso y realizar el cambio. De momento el consenso a nivel europeo parece lejano pero las organizaciones de salud no bajan los brazos y las discusiones continúan. Hoy la respuesta la tiene el mismo consumidor que es quien debe regular su ingestión,sin eliminarlas de su dieta por completo pero tampoco ingiriéndolas en exceso.
Vía: El Mundo
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