Decrecimiento más que una filosofía de vida
Escrito por David el jueves, 16 de julio de 2009 a las 8:00 am
La palabra decrecimiento se enfrenta de forma directa a su indiscutible alter ego, el crecimiento. La negatividad del vocablo hace dudar sobre, ¿quiénes son los que tienen que decrecer?, puesto que no todos tienen que llevar a cabo un consumo decreciente. Es evidente que los países empobrecidos, o, lo estratos más frágiles del Norte, no tienen que reducir su consumo, ya que ni siquiera tienen necesidades cubiertas.
Decrecer no es renunciar al progreso como algunos economistas ingenuos afirman, más bien, implica todo lo contrario, apostar por el progreso para la humanidad, sin nortes y sures. La cultura occidental se ha fraguado en la concepción de un progreso que da la espalda a la naturaleza, que asocia crecimiento al consumo ilimitado de los recursos limitados, una paradoja que, incluso se soluciona en la fe ciega de que ese mismo modelo nos salvará por el avance de la ciencia. Esta forma tan ligada a los principios del pensamiento moderno ha sido desplazada por la evidencia de sus catastróficos resultados, valga como ejemplo, el cambio climático, acelerado de forma vertiginosa desde Revolución Industrial a nuestros días. El camino del progreso no sigue una senda histórico lineal de causa-efecto, existen episodios nefastos como el Holocausto que fueron posibles gracias a los saberes y aparatos de la ciencia moderna.
Decrecer es crecer, entendiendo crecer como una práctica social que replica el funcionamiento del sistema productivo, y su producción de necesidades ilimitadas. No es volver a las catacumbas, ni caminar para atrás, es reflexionar sobre nuestro consumo para construir un planeta sostenible, porque consumir no es un acto aislado sin consecuencias, sino que, su práctica puede incurrir en tambalear, consolidar, o estimular la estructura. Por tanto, se pretende construir un “sentido común” antagónico y trabajar con otros esquemas mentales a los actuales, lo que en definitiva representa, un alternativa profunda, desde la ideología hasta la economía.
Vivir con menos es vivir más. Algo tan sencillo es la base del pensamiento del decrecimiento, cuyo objetivo es una sociedad más justa, en que la economía este al servicio de los seres humanos, y no al revés como ocurre en nuestros días. Para materializar este argumento, la sostenibilidad liberal, ha visto como sus prácticas fundamentadas en la eficiencia estimulan de forma directa al consumo, es decir contribuye a alimentar el consumo. Por tanto, esto último se antoja como una solución que no es solución sino un problema del problema, el capitalismo.