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Hoy por hoy los ecologistas y organizaciones medioambientales ponen el foco en las nocivas emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, restos que provocan un deterioro en el equilibrio del planeta a diario y cuyo crecimiento preocupa año a año. Sólo en los Estados Unidos estos gases representan el 85% de las emisiones que provocan el efecto invernadero, con unos 7.074 billones métricos de toneladas en 2004.

Lejos de estas estadísticas el metano es otro gas a tener en cuenta. Aunque sólo representa el 8% de estas emisiones es muy tóxico debido a que surge producto de la descomposición de la basura en los vertederos. Es por eso que si bien sus emisiones son mucho más reducidas el peligro es muy grande dado que provoca un deterioro más importante en el planeta que el que genera el dióxido de carbono.

Basta tener en cuenta algunos estudios realizado por la Agencia de la Protección del Medio Ambiente para dar cuenta de la nocividad de este gas. Este organismo utiliza una estadística llamada Global Warming Potencial (GWP) para determinar el nivel de amenaza de los distintos gases y lo hace midiendo cuanto calor acumula una molécula de gas en relación con las moléculas de carbono. Así es como el metano tiene un GWP de 21, es decir que es 21 veces más efectivo a la hora de impedir que la radiación infrarroja escape al planeta. Hay un solo punto a su favor y es que mientras que este gas sobrevive en la atmósfera unos 12 años el dióxido de carbono sobrevive entre 50 y 200 años.

Hay otro dato que alarma: desde mediados de 1700 a esta parte el nivel del metano en la atmósfera ha crecido un 150% mientras que la del dióxido de carbono “apenas” un 35%.

La buena noticia, si es que podemos hablar de una, es que, de acuerdo a Environment Canadá, las concentraciones de metano en la atmósfera pueden estabilizarse si se controlan las emisiones manteniéndolas en un 8%. Para lograrlo, es necesario tener en cuenta nuestras costumbres diarias para producir la menor cantidad de basura posible. La industria y la agricultura también pueden contribuir adoptando métodos de producción menos nocivos para el medio ambiente.

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