Desarrollo local frente a globalización total
Escrito por David el viernes, 21 de agosto de 2009 a las 8:00 am | Google+
Con el actual modelo de globalización total, es decir, los principios de la economía neoclásica como única realidad posible que marca el rumbo y los principios de cualquier actividad, el desarrollo sostenible se perfila como una vía insuficiente para frenar las amenazas que cortan el futuro del planeta. Una cortina de humo que no es válida para solucionar los imperantes Objetivos de Desarrollo del Milenio, que por desgracia, como sucede siempre, en el momento en que nacen estas iniciativas, empiezan a incumplirse.
El modelo global se ha fraguado en lógicas tan absurdas como “La Tierra es plana”, en donde el territorio es una variable que desaparece y pasa a ser una variable sin relevancia, debido principalmente a los avances tecnológicos y en especial de las telecomunicaciones. El planeta es un gran casino en donde los financieros y comerciantes son los dirigentes de su “desarrollo”, por lo que el territorio local no es más una casa de apuestas.
La gran transformación del modo productivo flexible ha tenido como consecuencia el ajuste de ciertas actividades según “la dictadura de los costes”: mano de obra barata, impuestos bajos, gobiernos dóciles…; lo que ha producido la destrucción de múltiples tejidos económicos y la concentración de la riqueza en reducidos territorios.
La competencia feroz, pilar del neoliberalismo como sistema, no solo se queda en el ámbito de la empresa sino que son aplicadas también a los territorios, llegando a escalas más reducidas como son el caso de las ciudades. Competencia que sigue la máxima de atracción de capitales y que convierte a los paisajes en marcas, a los habitantes en espectadores y a los turistas en clientes potenciales. De esta manera, el equilibrio social antes controlado por el denominado Estado del Bienestar ha pasado a manos del mercado en todas sus dimensiones. Todo es deslocalizable, ¡hasta la contaminación!
El desarrollo local es una alternativa al marco geopolítico que configura la globalización total, siempre y cuando se articule desde una escala humana y sustentable. Implica la posibilidad de participar en las decisiones que atañen a la vida y el territorio. Un paso hacia la democracia participativa y la gobernanza de las complejidades que imprime el mundo contemporáneo. De esta manera, las personas son actores de sus vidas, hacen política, deciden sobre sus recursos y su modelo productivo. Dejando atrás una posición de providencia ante los posibles decretos de multinacionales, procesos de reconversión, especulación del suelo, en donde lo local es un escenario de oportunidades para la clase global y cárcel para sus ciudadanos.
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