La incidencia del cáncer pone a la sociedad con los pelos de punta y se erige toda una infraestructura de pensamiento colectivo que busca una explicación. Esta es la razón del auge del naturalismo, etiquetas tales como “producto natural”, “sin azúcar agregado”, “sin conservantes”, etc. comienzan a proliferar cada vez más aprovechándose del miedo colectivo que persiste en los consumidores. Lo dijo Paracelso “Todo es veneno, nada es veneno, todo depende de la dosis”.
Uno de los detalles que dificulta la adquisición de una postura al respecto está dada en la delgada frontera que existe entre lo artificial y lo natural, puesto que una cápsula que contiene un extracto de hierbas puede ser catalogada de natural en tanto que pasó por un proceso de extracción que está muy alejado de la naturaleza.
Por eso es difícil para el consumidor distinguir entre lo que es bueno y lo que puede ser malo, más cuando, últimamente, comienzan a aparecer “culpables”, sustancias peligrosas que están en los alimentos que comemos, en los materiales que tocamos, en el aire que se respira y en el agua.
Además, las vías de entrada al cuerpo de una sustancia tóxica son varias y sólo suele considerarse la vía oral, subestimando la importancia de la vía respiratoria y la tópica.
Nuestra casa está llena de tóxicos catalogados como cancerígenos o que su presencia sistémica provoca un efecto disruptivo sobre alguna de las funciones del organismo.
Primero: Reconocer dónde están
- El PVC policloruro de vinilo
Es un polímero que invadió el mundo en poco tiempo y es tóxico para la salud debido a que para otorgarle mayor flexibilidad al material, se le agregan ftalatos. El ftalato produce infertilidad masculina y cáncer entre otras patologías.La silla de comer del bebé, el plástico de la cortina, la suela de las zapatillas, el forro del cuaderno de nuestro hijo, el bolígrafo, la fiambrera donde guarda la merienda, el teléfono, el asiento del inodoro, la cubierta plástica de las gafas, el teclado, los juguetes, son algunos pocos ejemplos de los miles que tenemos en nuestros hogares que contienen PVC.
Cómo evitar el PVC: El PVC se evita dejando de comprar productos que lo contengan y comenzando a tener desconfianza de todos los plásticos que nos rodean:
- Cámbiese para el vidrio definitivamente, compre bebidas en botellas de vidrio y deje de usar recipientes de cocina que no conozca su procedencia
- Los ácidos y la temperatura favorecen la liberación de ftalato
- Mire los símbolos y elija los que digan PVC Free o libre de PVC
- Evite los que tengan el siguiente símbolo, que corresponden a PVC
- Evite aspirar el olor a “plástico nuevo” que tienen los productos de plástico cuando se sacan del envase, esto se debe a que el ftalato no está incorporado dentro de la estructura polimérica del PVC y se volatiliza
- Sólo utilice cerámica y vidrio en el microondas
- Cuide muy bien los juguetes con que sus hijos juegan, prefiera juguetes naturales de madera, de tela, de caucho
- Lea las etiquetas, el PVC se agrega a muchos productos cosméticos en forma de polvo o disuelto
La adición de ftalato al PVC está prohibida en la mayoría de los países de Europa y en algunos estados de EE.UU. pero los artículos de PVC han invadido nuestra vida y forman parte, incluso, de tejidos sintéticos con que nos vestimos con frecuencia.
- El policarbonato
En tanto, otros plásticos como el policarbonato tan usado en los biberones, recipientes contenedores de alimentos y en el recubrimiento plástico que tienen dentro los enlatados, contienen bisfenol-A, un aditivo que provoca alteraciones en el funcionamiento del sistema endócrino y se le han reconocido efectos cancerígenos.
Los símbolos de reciclaje siguientes son los que aparecen en los materiales plásticos de uso cotidiano. El policarbonato es el Nro. 7 y es el susceptible de contener bisfenol-A.
Son pocas la naciones que han establecido límites con respecto al bisfenol A y, entre ellas, está Canadá quien se ha preocupado por limitarlo. Casi ni se conoce todavía el símbolo que significa “Libre de Bisfenol” y que es el siguiente:
- Los retardantes de la llama
Colchones, cables, fundas de almohadas y almohadones y todos los electrodomésticos pueden contener retardantes de llama con bromo como el polibromodifenilo, el PBDE y el penta y octa BDE.
Los PBB como se les llama en forma general (hidrocarburos aromáticos polibromados) son antideflagrantes y contaminan durante mucho tiempo dado que no son fácilmente degradables. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan habría dejado en claro la nefasta relación de los PBB con la salud humana. Neoplasmas, tumores mamarios y endócrinos, muerte fetal y desórdenes nerviosos son algunos de los efectos que la exposición al PBB causa.
Lamentablemente, poco se sabe de esto y muy pocos productos vienen rotulados como libres de retardantes de la llama. En Europa están prohibidos pero no en la mayoría del resto del mundo. También, no debemos olvidar que la gran barrera que presentan los contaminantes de este tipo es que al no tener un efecto directo y actuar en forma acumulativa, en bajas dosis o en largo plazo de tiempo, cuando se detecta una relación de este tipo, ya es demasiado tarde para algunos.
- Las Dioxinas
En 1976, en Seveso Italia bastaron cerca de 5 Kg de dioxinas que se liberaron al ambiente para intoxicar a centenares de personas, provocar muertes y malformaciones fetales en los hijos de mujeres que estaban embarazadas que aspiraron aire contaminado.
El término dioxina se utiliza para referirse a cientos de plastificantes de semejanzas químicas. Las dioxinas son tóxicas y, pese a que la OMS se ha manifestado al respecto dando cifras máximas permitidas, recientemente se comienzan a observar efectos a largo plazo de las dioxinas en el organismo. Cáncer y malformaciones fetales son los peores efectos, entre varios otros, de las dioxinas.
Entre otros, el conocido papel film, el nylon transparente y dócil con que se envasan los alimentos contiene dioxinas. Es hora de replantearse el auge de los envasados plásticos y permitirse elegir opciones más saludables.
- Limpiadores domésticos, desinfectantes aromáticos
Contienen, además de ftalatos, alquifenoles y almizcles sintéticos (para retener el perfume). Es errónea la asociación mental que se hace al entrar a un recinto que huele a perfume con limpieza, ya que para estar limpio no necesita “oler”. Los desodorantes de ambiente deben evitarse en la medida de lo posible y recurrir a soluciones de limpieza a base de agua, jabón de glicerina en barra sin perfume, vinagre y bicarbonato de sodio, según el tipo de suciedad.
A los alquifenoles se les asocia con cáncer de testículo, infertilidad y problemas endócrinos y es enorme la cantidad de productos de limpieza que contienen esta sustancia. Champús, jabones líquidos, geles de duchas y un largo etcétera completa la lista.
Estos son unos pocos ejemplos de tóxicos que nos acompañan día a día. ¿Cuál fue el problema? ¿En qué se falló? ¿Por qué el mundo se llenó de plásticos y ahora comienzan los problemas? Es que el hombre se encegueció con el material plástico, gran dominador de su entorno, las posibilidades que ofrecían los derivados del petróleo fueron tantas y tan variadas que casi no nos imaginamos un mundo sin ellos.
Además, el problema viene de la mano del mejoramiento de los mismos, de los aditivos que se le agregan para dotarle de tal o cual propiedad.
Sin dudas que no se sabía bien que iba a pasar en el contacto a largo plazo con estos aditivos y, ahora que comienzan a verse los nefastos resultados para algunos es demasiado tarde, para otros es una gran sorpresa en tanto que se descubre que es casi imposible prescindir de ellos de buenas a primera. No es cuestión de entrar en actitudes “paranoicas” pues estos plastificantes hacen daño de a poco pero sí comenzar a prestar atención a las etiquetas y a volver lentamente a un estilo de vida más sencillo y sano.
Probablemente, el ser humano se esté adaptando a la magnitud de plásticos que lo rodean y de agentes tóxicos como los ftalatos, alquifenoles y todos los demás, pero, ¿es posible que lo haga en tan poco tiempo? No, un proceso de adaptación ambiental lleva muchas generaciones y el crecimiento de productos derivados del petróleo se ha dado en forma demasiado exponencial.
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