Economía y ecología… de crisis en crisis
Escrito por Carolina el miércoles, 23 de diciembre de 2009 a las 8:00 am
No cabe ninguna duda que esta crisis está durando más de lo esperado y, cuando más dure la crisis, mayor será su magnitud y mayor la destrucción del capital del que dispone el planeta, capital humano, capital financiero y capital natural.
Los desastres ecológicos, la especulación, la falta de valores, el agotamiento de los recursos naturales, todos ellos forman parte de una serie de acciones que se iniciaron con la revolución industrial y que, ante la mirada impasible de las sociedades o quizás no impasible, sino cómplice; obnubiladas con el enriquecimiento rápido y el consumo desenfrenado, han ido poco a poco ganando terreno.
De acuerdo con las proyecciones actuales, el cambio climático, el mismo para el que no han encontrado claves ni soluciones los mandatarios mundiales en la última cumbre, entrará en evolución brusca sin pausa y hará que los desastres naturales y la desaparición de especies comiencen nuevamente.
Bien es cierto que, esta situación nos lleva a reflexionar sobre cuánto de evitable tiene esta situación. Ya fuimos testigos de la desaparición de los dinosaurios y tantas otras especies que, por extinción, por no poder adaptarse, desaparecieron de la faz del planeta, dando paso a una nueva etapa.
¿Podremos realmente evitar los efectos del cambio climático? O por el contrario ¿es el cambio climático, los desastres naturales, las pandemias y las crisis provocadas por la especulación que provocan exclusión social, algo natural e inherente a los ciclos que debe producirse con cierta frecuencia para regular la demografía y adaptarse a los cambios?
Estas son, sin ninguna duda, preguntas complejas y difíciles y cuyas respuestas no están únicamente en la economía, las finanzas o el clima.
Las crisis globales provocan desempleo, y a su vez éste provoca exclusión social, se reduce el consumo y el sector servicios se debilita, por lo que la única opción para la supervivencia se da a través de la mutación gradual a nuevos modelos productivos y nuevas formas de autosustentarse.
La ralentización del consumo hace que el impacto medioambiental disminuya y las sociedades se sitúan ante momentos críticos en términos de ruptura con lo establecido y reorientación de las actividades económicas.
Esta ruptura y reorientación puede favorecer, si es que se saben aprovechar las oportunidades ocultas en las crisis, a las energías renovables, la alimentación orgánica, la agricultura verde, los coches híbridos y las casas ecológicas.
Recordemos que Inglaterra tuvo en sus manos la oportunidad de promover el carbón en la época de la revolución industrial cuando la madera comenzaba a escasear y Estados Unidos debió pensar lo mismo cuando apostó por el green new deal como clave de su estrategia para la recuperación económica.
Economía y ecología se fusionan bajo este contexto, la económica servirá para disminuir la crisis ecológica que los gobiernos y estados no saben resolver, permaneciendo vigente con menor nivel de producción y escaso consumo, hasta que la innovación de paso a nuevos sistemas productivos y los recursos naturales sean la única forma de “hacer negocios” y así se inicie nuevamente una senda de crecimiento.
No disminuirán las injusticias sociales, ni las familias que han perdido sus viviendas a manos de los bancos las recuperarán, tampoco se crearán todos los puestos de trabajo que se basaban en la especulación de la construcción y, el desempleo estructural seguirá creciendo al menos, un año o dos más. Pero sin embargo, el cambio climático encontrará su freno y la toma de conciencia de la necesidad vital de establecer un orden social que se centre en el reparto de recursos como única forma de subsistencia, se llevará a cabo por exclusión de otras opciones.
Ya se sabe… “La letra, con sangre entra”, cíclicamente… hasta que aprendamos… Ojalá esta vez sea.